Una vez en un bosque, un chico en el cual se le había derrumbado la casa iba paseando en busca de algún hogar para que el, su padre y sus catorce hermanos(su madre murió) vivieran. Aunque el era el mayor de todos, era también el mas despistado, y buscando entre los arboles encontró un lugar donde ya no había sol y no florecían las plantas. Ese lugar tenia una cueva en medio de dos arboles grandes. El chico entró en la cueva y empezó a caminar y a caminar, y al final del todo encontró a una esfinge de miles de años que en la mano muerta y vieja que tenía una piedrecita muy pequeña. El chico preguntó que era la piedra y la esfinge le dijo que tenia el poder de conceder un deseo, fuese el que fuese. El chico pensó y pensó, luego, con tantas ganas de tener la piedrecita, apuñalo a la esfinge más de treinta veces por la espalda y cogió la piedra. Se sentó en una piedra grande que había dentro y pensó en que podía gastarse el deseo. Después de rato y de descartar muchas opciones, solo le quedaron dos. Uno era el deseo de que encontraran una casa muy grande para toda su familia y el otro era resucitar a su madre muerta. Con lágrimas en los ojos, el niño decidió resucitar a la madre, pero antes de que pudiera pedir el deseo, se le apareció el espíritu de su madre y le dijo que no le resucitara, que lo mejor para ellos era tener una buena casa con su padre y sus hermanos. El niño(que tenia los ojos rojos de tanto llorar) se negó a la propuesta de la madre y la resucitó. Con la madre ya viva otra vez, se fueron él, sus padres y sus hermanos a encontrar algo para vivir. Meses después el padre encontró trabajo en la fábrica de coches y la madre como dependienta de un supermercado. Todos fueron muy felices, menos el niño, que aún se acordaba de la pobre esfinge que había matado.
